Autodependencia J. Bucay

Autodependencia J. Bucay

7,439 personas han leido este articulo :)
El camino de la autodependencia
Frases y pensamientos sobre la dependencia, el camino, la libertad, el rumbo, la independecia
  • Cuando uno deja de ser un adolescente, les dice (o sería bueno que les dijera) a sus padres: “A partir de ahora dedíquense a ustedes, porque de mí me ocupo yo.”
  • Uno tiene que aprender a hacerse cargo de sí mismo, aprender a responsabilizarse de uno, aprender la autodependencia.
  • Esto es la autodependencia. Saber que yo necesito de los otros, que no soy autosuficiente, pero que puedo llevar esta necesidad conmigo hasta encontrar lo que quiero, esa relación, esa contención, ese amor…
  • Autodepender significa establecer que no soy omnipotente, que me sé vulnerable y que estoy a cargo de mí. Yo soy el director de esta orquesta, aunque no pueda tocar todos los instrumentos. Que no pueda tocar todos los instrumentos no quiere decir que ceda la batuta. Yo soy el protagonista de mi propia vida. Pero atención: No soy el único actor, porque si lo fuera, mi película sería demasiado aburrida. Así que soy el protagonista, soy el director de la trama, soy aquel de quien dependen en última instancia todas mis cosas, pero no soy autosuficiente.
  • La propuesta es que yo me responsabilice, que me haga cargo de mí, que yo termine adueñándome para siempre de mi vida.


  • Autodependencia significa dejar de colgarme del cuello de los otros. Puedo necesitar de tu ayuda en algún momento, pero mientras sea yo quien tenga la llave, esté la puerta cerrada o abierta, nunca estoy encerrado.
  • Me sé dependiente, pero a cargo de esta dependencia estoy yo.
  • Autodependencia significa contestarse las tres preguntas existenciales básicas: Quién soy, adónde voy y con quién. Pero contestarlas en ese orden. Cuidado con tratar de decidir adónde voy según con quién estoy. Cuidado con definir quién soy a partir de quién me acompaña.
  • Para autodepender, voy a tener que pensarme a mí como el centro de todas las cosas que me pasan.
  • Entonces, lo que digo con la palabra “autodependencia” es: Puedo pedirte ayuda, pero dependo de mí mismo. Dependo de mis partes más adultas para que se hagan cargo del niño que sigo siendo. Dependo de mis partes más crecidas para que se hagan cargo de mis aspectos más inmaduros. Dependo de ocuparme de mí. Dependo de poder ocuparme de ser capaz de depender del adulto que soy sin miedo a que me vaya a abandonar.
  • Tengo que poder darme cuenta que hay un adulto en mí que tiene que hacerse cargo de ese niño en mí. Después de poder depender de mí, después de saber que me tengo que hacer cargo de mis aspectos dependientes, recién entonces buscar al otro. Para poder ayudarte, pedirte, ofrecerte, para poder darte lo que tengo para darte y poder recibir lo que vos tengas para darme, primero voy a tener que conquistar este lugar, el lugar de la autodependencia.
  • Porque, como dije anteriormente, ser persona es mucho más. 1) Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser. 2) Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar. 3) Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene. 4) Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos. 5) Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.
  • El primero dice que si yo soy una persona tengo que concederme a mí mismo la libertad de ser quien soy. ¿Qué quiere decir esto? Dejar de exigirme ser el que los demás quieren que sea: el que quiere mi jefe, el que quiere mi esposa, el que quieren mis amigos o el que quieren mis hijos. Ser persona es darme a mí mismo la libertad de ser el que soy. Es probable que a muchos no les guste que sea el que soy; es probable que cuando otros descubran que soy el que soy —y que además me doy la libertad de serlo— se enojen conmigo.
  • Alguien que no se anima a ser quien es por miedo a que lo rechacen, que no se anima a sentir lo que siente porque le parece que está mal, que no se anima a pensar lo que piensa o a decirlo porque tiene miedo de ser rechazado, alguien que no corre riesgos porque no se banca las responsabilidades y que no sale a buscar lo que necesita sino que se lo pide a otro, alguien así no llega a ser una persona y, por lo tanto, vamos a tener que pensar que es un individuo.
Jorge Bucay – El camino de la autodependencia
  • Vivo y aprendo, vivo y maduro, vivo y crezco.
  • Y nos enteramos de que no hay situaciones donde uno no pueda elegir. Asumimos que siempre estamos eligiendo, aun cuando creemos que no elegimos, en la vida cotidiana, en la de todos los días. Y cuando decimos: “No tuve otro remedio…” “Yo no soy responsable de esto…” “No tenía otra posibilidad…” Mentimos. Mentimos alevosamente. Porque siempre elegimos.
  • En nuestra vida cotidiana decidimos casi cada cosa que hacemos y cada cosa que dejamos de hacer. Nuestra participación en nuestra vida no sólo es posible, sino que además es inevitable. Somos cómplices obligados de todo lo que nos sucede porque de una manera o de otra hemos elegido.
  • “Bueno, pero yo… tengo que ir a trabajar todos los días… y no tengo otra posibilidad… y aunque no quiera y yo no lo elijo, tengo que ir igual, entonces yo no puedo concederme el permiso de no ir a trabajar mañana”. Si estoy dispuesto a pagar el precio, sí.
  • El camino de la autodependencia es el camino de hacerme cargo de mí mismo. Para recorrerlo hace falta: estar en condiciones, saberse equipado y tomar la decisión.
  • No hay donde prepararse para el camino. Vamos descubriendo nuestras condiciones a medida que lo recorremos. Vamos mejorando el equipo a medida que avanzamos. Vamos solidificando la decisión mientras más camino dejamos atrás.
  • Lo que pasa es que hay que dejar de temerle a esa palabra (egoísmo). No confundirla con actitudes miserables o crueles, codiciosas o avaras, mezquinas, ruines o canallescas. Son otra cosa. No hace falta ser un mal tipo para ser egoísta. No hace falta ser una mina jodida para ser egoísta. Se puede ser egoísta y tener muchas ganas de compartir. Siempre digo lo mismo.  Me da tanto placer complacer a las personas que quiero, que siendo tan egoísta… no me quiero privar… Yo no me quiero privar de complacer a los que quiero.  Pero no lo hago por ellos, lo hago por mí. Ésta es la diferencia.
  • Lo que pasa es que éste no es el egoísmo mezquino y codicioso que estamos acostumbrados a pensar… Es el egoísmo de aquellos que se quieren suficientemente como para saber que son valiosos… y que tienen cosas para dar.
  • Quiero definir el egoísmo como esta poco simpática postura de preferirme a mí mismo antes que a ninguna otra persona.
  • La idea de que si yo soy egoísta no voy a pensar en nadie más que en mí es la idea de creer que tengo un espacio limitado para querer, una capacidad limitada para amar a alguien, y que entonces, si lo lleno de mí, no me queda espacio para los demás. Esta idea no sólo es absurda, sino que además es absolutamente engañosa. No hay una limitación en mi capacidad de amar, no tengo límites para el amor, y por lo tanto tengo capacidad para quererme muchísimo a mí y muchísimo a los demás. Y de hecho, desde el punto de vista psicológico, es imposible que yo pueda querer a alguien sin quererme a mí.
  • El que dice que quiere mucho a los demás y poco a sí mismo miente en alguno de los dos casos. O no es cierto que quiere mucho a los demás, o no es cierto que se quiere poco a sí mismo. El amor por los otros se genera y se nutre, empieza por el amor hacia uno mismo. Y tiene que ver con la posibilidad de verme en el otro.
  • Aquella idea tan ligada a las dos religiones madre de nuestra cultura, la judía y la cristiana, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, es un punto de mira, un objetivo de máxima. No es amarás “más” que a ti mismo. Es amarás “como” a ti mismo. Esto es lo máximo que uno puede pretender.
  • No nos vamos a quedar sin posibilidad de amar a los otros si nos amamos a nosotros mismos.
  • Y ahí descubro que mi valor no depende de la mirada del afuera. Y me encuentro con los otros, no para mendigarles su aprobación, sino para recorrer juntos algún trecho del camino.
  • Simplemente mirate a vos mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Podés disfrutarlo y florecer regado con tu amor por vos, o podés marchitarte en tu propia condena.
  • El autoconocimiento consiste, sobre todo, en ocuparme de trabajar sobre mí para llegar a descubrir —más que construir— quién soy, tener claro cuáles son mis fortalezas y cuáles mis debilidades, qué es lo que me gusta y qué es lo que no me gusta, qué es lo que quiero y qué es lo que no quiero.
  • Tomar conciencia de quién soy es, para mí, el resultado de una desprejuiciada mirada activamente dirigida hacia adentro para poder reconocerme. Este reconocimiento de quién soy adquiere aquí el sentido de saberse uno mismo, no el de las cosas que pienso o creo que soy. Porque hay una diferencia importante entre creer y saber.
  • Evidentemente, autoconocimiento no quiere decir que haya que mirarse todo el tiempo, pero sí mirarse en soledad y en interacción, en el despertar de cada día y en el momento de cerrar los ojos cada noche, en los momentos más difíciles y en los más sencillos. Mirar lo mejor y lo peor de mí mismo. Mirarme cuando me miro y ver cómo soy a los ojos de otros que también me miran. Mirarme en la relación con los demás y en la manera de relacionarme conmigo mismo. Misteriosamente, para saber quién soy, hace falta poder escuchar.
  • Nunca dependiendo de la palabra de los otros, pero siempre escuchándola. Nunca obedeciendo el consejo de los demás, pero siempre teniéndolo en cuenta. Nunca pendiente de la opinión del afuera, pero siempre registrándola con claridad.
  • Para transitar el camino de la autodependencia, debo darme cuenta en esta etapa que con un solo espejo donde mirarme no alcanza; tengo que acostumbrarme a mirarme en todos los espejos que pueda encontrar. Y es cierto que algunos espejos me muestran feo.
  • El primer paso en el camino del crecimiento es volverse un valiente conocedor de uno mismo. Un conocedor de lo peor y lo mejor de mí. Creo que es imposible que yo me ocupe de conocerte a vos antes de ocuparme de mí.
  • Si pretendo saberme, debo empezar por mirarme con una mirada ingenua. Sin prejuicios, sin partir desde ningún preconcepto de cómo debería yo ser. Nunca podré saberme si me busco desde la mirada crítica.
  • Este es el único camino porque, en realidad, yo voy a tener que estar conmigo por el resto de mi vida, me guste o no. Corta o larga, mucha o poca, es mi vida, y voy a tener que estar a mi lado.
  • Ya que voy a estar conmigo para siempre, qué bueno sería, entonces, ponerme conscientemente de mi lado…
  • Ya que estoy conmigo desde el principio y nadie sabe más de mí que yo, qué bueno sería ser un buen amigo de mí mismo, estar al lado mío haciendo y pensando en lo mejor para mí.
  • Querer hacer de mí mismo algo diferente de lo que soy no es el camino de saberse, es el camino de cambiarse. Y te digo desde ya lo que alguna vez repetiré más extensamente: intentar cambiarse no construye, es el camino equivocado, es un desvío, es una pérdida del rumbo.
  • El camino de saberse empieza en aceptar que soy este que soy, y trabajar partiendo de lo que voy descubriendo para ver qué voy a hacer conmigo, para ver cómo hago para ser mejor yo mismo, si es que me gusta ser mejor, pero sabiendo que está bien ser como soy, y en todo caso, estará mejor si puedo asistir a ese cambio.
  • A veces el cambio es explorar una ruta que nadie antes ha recorrido.
  • La mayor parte de las veces, para encontrar la respuesta correcta lo único que hace falta es el sentido común. Y es el sentido común el que, sin lugar a dudas, nos grita desde nuestro yo interno más sabio: ¡Utilizá todo lo que tenés para redoblar tu posibilidad de llegar adonde querés!
  • Hay que aprender a pedir ayuda sin depender y hay que aprender a recibir ayuda sin creer que uno está dependiendo. Cuidado… Recibir ayuda no es lo mismo que depender.
  • Las emociones se sienten más allá de que a uno le guste o no sentirlas, más allá de que quiera sentirlas con más o menos fuerza, más allá de la propia decisión. Sin embargo, si bien no puedo ser dueño de mis sentimientos, sí puedo ser dueño de lo que hago con mis sentimientos, adueñarme de ellos, y ese adueñarme responsablemente de lo que siento quizás sea la verdadera herramienta.
  • La libertad de pensar es muy importante, pero no ganamos nada si no somos capaces de hacer algo con lo que pensamos, si no podemos convertirla en acción, aunque sea una pequeña acción para nosotros mismos. La acción, en cambio, puede cambiar nuestra inserción en el mundo, puede sorprendernos con lo imprevisto y, a su vez, terminar modificando lo que pensamos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ANTIGUO SALUDO CELTA

MENSAJE